
El curso pasado celebramos el Año de la FE, en el que la Iglesia nos invitaba de modo particular a la Nueva Evangelización. «Caritas Christi urget nos (2Co 5,14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (cfr. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo» (Benedicto XVI, Carta Apostólica la Puerta de la fe, número 7).
Con esta certeza, de que la fe crece cuando se comunica, nuestra Parroquia inició hace unos dos meses un proceso de evangelización con una serie de Catequesis para Adultos, que ya ha dado sus frutos: la 8ª Comunidad Neocatecumenal. El fin de semana pasado, dimos fin a este primer anuncio del Evangelio con una convivencia: tres días donde un grupo de 33 jóvenes recibieron la predicación del Amor de Dios, celebramos la Eucaristía, rezamos con la Escritura y compartimos la experiencia de fe. Finalmente, el Señor nos concedió recoger parte de los frutos de esta Evangelización: una comunidad de jóvenes llamados a vivir en sencillez, humildad y alabanza a Dios.
Queremos compartir nuestro agradecimiento al Señor, pues es Él quien llama, habla al corazón y mueve al hombre para salir a su encuentro. Por nuestra parte queda decir, como Cristo nos enseñó: «Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer»»(Lc. 17, 7-10).
Estos hermanos, ahora comenzarán un itinerario de fe, guiados por la Iglesia: con la gracia de sus sacramentos y la Palabra de Dios, para ir poco a poco redescubriendo la gracia del Bautismo que nos hace hijos de Dios.

