El Cementerio Eclesiástico, con más de cien años de historia en su ubicación actual en la parte trasera del Cerro del Castillo, es en la actualidad el único lugar de enterramiento en Yecla.
La oficina del cementerio se encuentra en C/ España, 3 (Yecla), abierta en horario de martes a viernes de 10 a 12 de la mañana.
Para cualquier información llamar al 968790039.
¿QUÉ HACEMOS CON NUESTROS DIFUNTOS? (Sobre la incineración). Por José Antonio Abellán. 1-11-2012.
UNA REFLEXIÓN SOBRE EL CEMENTERIO. Por José Antonio Abellán. 1-11-2011.
Desde el origen de nuestra fe los cristianos hemos guardado los restos mortales de nuestros hermanos que han salido de este mundo. En eso somos continuadores de la tradición religiosa humana, en cualquier época y lugar, que siempre ha rodeado el misterio de la muerte y los lugares de sepultura de los difuntos con un sentimiento profundo de respeto y veneración. Lo que especifica los lugares de enterramiento cristianos es la firme esperanza de la resurrección de los que han muerto en el Último Día, una esperanza que no se basa en creencias humanas, sino en la fe que Dios nos ha regalado y ha demostrado en la propia resurrección de su Hijo Jesucristo que nos ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque haya muerto vivirá y todo el que vive y cree en mi no morirá para siempre” (Jn 11, 25.26) “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6, 54). Por eso los cristianos llamamos a esos lugares de sepultura “Cementerio”, es decir: Dormitorio. Es una palabra de la lengua griega que significa “lugar donde se duerme”. De hecho, en la liturgia de la misa, cuando se reza por los difuntos de dice: “Acuérdate, Señor, de tus hijos, que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz” (Canon I). San Pablo en el capítulo 15 de la primera carta a los corintios explica concienzudamente la verdad de la fe en la resurrección frente a algunos que la negaban.
Tanto hemos honrado y honramos los lugares donde se entierra a nuestros hermanos en la fe, que desde siempre han sido lugares de culto. En Roma está el testimonio de las Catacumbas (cementerios subterráneos) donde los cristianos se reunían en el aniversario de la muerte del difunto para orar juntos. Posteriormente, cuando ya hubo libertad de culto, los cementerios se colocaron junto a las iglesias e incluso dentro de ellas. Aquí en Yecla tenemos el testigo directo de la iglesia de San Francisco y de la Iglesia Vieja como lugares de enterramientos. En muchos lugares, sobre todo del norte, los cementerios siguen estando junto a las iglesias parroquiales. Posteriormente, por el peligro de epidemias, el rey Carlos III ordenó que los cementerios fuesen construidos fuera del casco urbano y la Parroquia de la Purísima, por medio del cura Juan Cusac Azorín, construyó el cementerio actual de la Purísima Concepción en el otro lado del cabezo del Castillo.
El Cementerio Eclesiástico de la Purísima Concepción es un lugar religioso presidido por la preciosa Capilla y a cuyo alrededor, en una urbanización de calles bien organizadas se han ido construyendo los diversos nichos y panteones que son historia viva de la fe católica de un pueblo. Es un cementerio que ha sabido conservar su identidad y cuidado y que, lógicamente ha sido necesario ampliar y urbanizar en su parte nueva.
Para nosotros, los cristianos, el cementerio hace referencia al lugar de la tumba del Señor en Jerusalén. San Juan nos dice que Jesús fue enterrado en un huerto y tumba propiedad de José de Arimatea, era un lugar cuidado y ajardinado, y así quiere ser también nuestro cementerio. Poco a poco vamos consiguiéndolo. En esta última etapa hemos conseguido solucionar el problema de abastecimiento de agua que tanto preocupaba y estamos ajardinando las diferentes calles y cuidando los árboles y plantas, cuidando la limpieza de sus calles, etc. Todos tenemos que poner nuestro grano de arena en esta labor y desde la Junta del Cementerio estamos seguros de que entre todos lo vamos a alcanzar para que siga siempre lo que siempre ha sido un lugar de fe y esperanza, un lugar de amor. Los restos mortales que allí se encuentran no son desperdicios, son relicarios de personas a las que seguimos amando: Padres, hermanos, abuelos, hijos, amigos… cuyas almas confiamos a la misericordia de Dios y cuyos cuerpos guardamos en la esperanza de la resurrección.