DOMINGO DEL BUEN PASTOR (IV DE PASCUA)

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DOMINGO DEL BUEN PASTOR

El cuarto Domingo de la Pascua es el Domingo del Buen Pastor, así nos presentan las lecturas de la Misa a Jesús resucitado, como el Pastor bueno que da la vida por sus ovejas. Es un domingo especial para orar por los pastores de la Iglesia: El Papa, los obispos, los sacerdotes. Es también un domingo para orar por las vocaciones: tanto  al sacerdocio como a la vida religiosa.

El Papa Francisco nos recuerda que la vocación sacerdotal y religiosa nace en el humus de una vida comunitaria: “Os hará bien participar con confianza en un camino comunitario que sepa despertar en vosotros y en torno a vosotros las mejores energías. La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una auténtica vida eclesial. Ninguna vocación nace por sí misma o vive por sí misma. La vocación surge del corazón de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno.” (Mensaje para la jornada mundial de las vocaciones 2014).

Tanto en los grupos de confirmación como en los demás grupos y comunidades de la vida parroquial el Señor llama a jóvenes de ambos sexos a vivir más consagrados a Él. Todos estamos consagrados a Dios por el Bautismo, pero esa consagración debe tomar vida en nosotros por medio de la vocación a la que el Señor nos llama. Especialmente en esta Jornada hacemos hincapié en las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.

Afortunadamente en Yecla tenemos un abanico precioso de vocaciones: La vida contemplativa de las Concepcionistas (“monjas encerrás”), las religiosas de vida activa: Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados (Asilo) y las Hermanitas de la Anunciación (Guardería de los Ángeles), los sacerdotes que asistimos en las parroquias, entre ellos también misioneros, como D. Juan Matías, que está con  nosotros estos días de merecido descanso. Hay también hermanos religiosos en diversas órdenes y religiosas misioneras… y, además, jóvenes en camino, si Dios quiere,  de llegar al sacerdocio: cuatro seminaristas.

Estoy seguro que también hay jóvenes que se están planteando la vocación de su vida, buscando a qué los llama el Señor. No dejemos de rezar por ellos, necesitan nuestra oración para que sean “capaces de grandes ideales” (Papa Francisco) y venzan las tentaciones de quedarse con lo poco cuando pueden abrazar mucho: al mundo entero con el amor de Cristo.

No dejemos de rezar por los que ya vivimos la vocación sacerdotal o religiosa para que nuestras palabras y nuestros actos vayan encaminados a presentar la belleza, la verdad y la bondad de la vocación consagrada exclusivamente al Señor. Y que Dios siga bendiciendo a Yecla con la llamada y la respuesta de niños y  jóvenes que quieren ser sacerdotes o religiosos en el seno de la Iglesia, nuestra madre.

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