«San Juan Bautista, testigo de la verdad». Por José A. Abellán.

El próximo lunes es la fiesta de San Juan Bautista, una fiesta importante para nuestra Basílica pues está adscrita precisamente a la Basílica Papal de San Juan de Letrán en Roma gozando de sus mismas gracias espirituales.

San Juan BautistaLa Basílica de San Juan de Letrán es la Catedral del Papa y este es un motivo especial para que también aquí reiteremos nuestra adhesión a su persona, nuestro voto de fidelidad a su magisterio y nuestra voluntad de tenerlo siempre presente en nuestras oraciones.

San Juan Bautista ha sido siempre celebrado en la Iglesia con una gran solemnidad. Durante muchísimo tiempo fue incluso día de precepto y hoy sigue teniendo el mayor rango de celebración litúrgica.

¿Quién es San Juan para ser tan venerado? “El mayor de los nacidos de mujer.”

¿Por qué? Porque fue santificado ya antes de nacer en virtud del encuentro de Jesús con él cuando los dos estaban en el seno de sus respectivas madres. Porque él ha sido el elegido de Dios para señalar sin error ni confusión al Mesías prometido, al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él ha sido quien ha bautizado a Jesús para que se cumpliera toda justicia y él ha dado la vida como supremo testimonio por el nombre de Cristo, es decir, por la Verdad.

San Juan Bautista es una llamada de atención para todos nosotros llamados también a vivir en la verdad y proclamar la verdad.

¿Qué significa vivir en la verdad? No es fácil descubrirlo. Estamos tan rodeados de mentiras, de eslóganes que nos dicen lo que hay que hacer y cómo hacerlo, de cuestiones políticamente correctas, de presiones subliminales, de leyes coercitivas, que como tengamos luz suficiente para descubrir el engaño es muy difícil .

San Juan vivió en la verdad porque no se dejó dominar y por eso vivió en el desierto, porque no quiso ser más de lo que era: “yo no soy el Mesías… yo soy la voz que clama en el desierto” Hoy hay muchos que viven en la mentira porque quieren aparecer como personajes superiores a lo que en realidad son. Vivió en la verdad porque no quiso ocupar privilegios ni atraer a nadie para si: “Conviene que él (Jesús) crezca y yo (Juan) disminuya.” ¿Quién quiere hoy disminuir para que otro ascienda? Vivió en la verdad porque no consintió justificar la mentira: Le decía al rey Herodes que “no le era lícito vivir con la mujer de su hermano”. Y eso le costó la vida. Es verdad, pero vivió en la verdad y la proclamó.

¿Merece la pena vivir en la mentira, vivir para mentir y mentirse?

Cuando se vive así sólo hay un motivo para hacerlo: la ambición de prestigio y de dinero y, en el fondo, querer aprovecharse de todo y de todos para el propio beneficio que se resume en tener propiedades, es decir, en ser egoísta. No hay respeto a la dignidad de nada ni de nadie, no hay respeto ni siquiera a uno mismo. El que vive así es esclavo del que es más poderoso con la pretensión de llegar a ser como él y más si es posible. La ambición es la madre de la mentira y la ambición no tiene fondo ni márgenes.

El ambicioso siempre está insatisfecho. El que vive en la verdad siempre está saciado. No merece la pena vivir en la mentira. Que san Juan nos ayude a ser hombres verdaderos.

José Antonio Abellán