Cuando llega el momento de matricular a los niños y adolescentes en las escuelas e institutos salen con frecuencia campañas para conseguir que la clase de la religión sea excluida del curriculum escolar. Es un empeño constante por parte de los grupos que consideran que la enseñanza religiosa debe ser eliminada.
De nada sirve recordar que la enseñanza religiosa es necesaria para conocer y vivir nuestra cultura y sus expresiones musicales, arquitectónicas, pictóricas tradicionales, nuestra historia, los valores que la informan… ellos erre que erre. Lo que desean es una sociedad que dicen laica, pero que es atea. No van a eliminar la fe, no pueden, pero sí quieren arrinconarla como si fuera un estorbo para el desarrollo de la sociedad, aceptan, por ahora, libertad de culto, pero no libertad de enseñanza. Quieren imponer una ideología de la que la sociedad no participa y que, además, va en contra de la propia naturaleza humana que desde sus orígenes, ya allá en los tiempos de los neandertales, se ha manifestado religiosa. Sólo es necesario para comprobar esto mirar la historia en su desarrollo hasta el momento presente en cualquier lugar del planeta.
La voluntad que se empeñan en conseguir es eliminar la libertad religiosa y, consecuentemente, la libertad de los ciudadanos. Hay que creer lo que ellos creen y como ellos lo creen. Hay que vivir como ellos dicen que hay que vivir. Les encanta ser controladores de los demás, estar por encima, sentirse superiores considerando a los que no piensan como ellos como personas de menor calidad, y engañan a los que no piensan en las consecuencias que se deducen de esa pretensión. Hay que conseguir que nadie se haga preguntas trascendentales: Qué es el ser humano, cuál es su origen y su fin, por qué el hombre no se doblega ante la muerte… qué es la justicia, la libertad, la verdad, la bondad y la belleza… Pretenden seres humanos autómatas, sin capacidad de pensamiento.
Ahora hay otra campaña dulcemente ofertada: Lo que el Estado se gasta en pagar a los profesores de religión se podría invertir en profesorado para lenguas extranjeras, eso sí que es importante. Si los niños saben idiomas extranjeros tendrán mejor calidad de vida. No sé si eso es verdad, lo que sí sé es que la seguridad de la vida no la da el conocimiento idiomático, ni matemático, ni de cualquier profesión. La seguridad de la vida la da el saber el porqué y el para qué de la existencia personal y comunitaria, y eso sólo lo da la vida religiosa. Para ellos la vida del hombre consiste en nacer y morirse y, entre medias, vivir sin razonar. Otros se encargarán de pensar y razonar por ellos.
Claro, que esto lo digo yo, que soy un hombre religioso, podrán responderme, pero no, no es porque sea un hombre religioso, que lo soy, sino porque quiero ser un hombre libre, incluso con derecho a equivocarme, y defiendo la libertad y no quiero una sociedad controlada por una ideología que excluye la razón y la capacidad de pensar de los humanos. Sociedades así formadas ya las hemos vivido tristemente en el siglo XX y perduran en Estados dictatoriales en el siglo XXI.
La bondad de la vida no es sólo responder a las necesidades materiales primarias de comer, beber y vestirse, la bondad de la vida tiene que hacer posible la capacidad que tenemos los hombres de buscar más allá de lo que se ve a primera instancia, de encontrar un espacio mental y social donde cada ser humano encaje sus inquietudes más profundas de justicia, de verdad, de perdón, de amor, de compasión…
Algunos padres, incluso viniendo a la Iglesia y confesándose católicos, a la hora de decidir la educación para sus hijos, caen en el equívoco de dar la razón a los que proclaman la eliminación de la educación religiosa. Ellos creen en Dios, así lo piensan pero ¿creerán sus hijos o caerán víctimas de esa ideología atea y esclavizante que elimina la libertad? No puedo decir menos que me entristecen esos padres que no piensan en sus hijos más que para darles pan para hoy y hambre para mañana.
¿Por qué tanto empeño en eliminar la enseñanza religiosa en España? En Europa no ocurre así en el conjunto de los países que la formamos y son países con una cultura democrática muy larga en la historia. Sólo en Francia no se dan clases de religión en la escuelas públicas, excepto en las regiones de Lorena y Alsacia, sí en las privadas, pero en las públicas se permite la enseñanza de catequesis, y en ese país vecino se están planteando volver a implantar la enseñanza religiosa en el horario escolar. En el resto de los países hay en unos obligación de ofertar la clase de religión para libre elección de los padres y alumnos, como ahora ocurre en España, y en muchos de esos países con mejores condiciones que en España, y en otros incluso con obligación de docencia aunque haya posibilidad de exención de asistir en casos concretos. Alemania, Luxemburgo, Reino Unido, Grecia, Suecia, Austria, Finlandia, Holanda, Italia, Bélgica, Dinamarca, Portugal, Bulgaria, Croacia, Noruega, Polonia, Suiza, Irlanda, Lituania. En todos estos países hay clase de religión en las escuelas e institutos.
Resumo y concluyo. Negar la posibilidad de la enseñanza religiosa es negar la posibilidad de libertad religiosa como espacio vital y consecuentemente la libertad de pensamiento, de libertad de decidir y de modo de vivir, es abrir la puerta a un estilo de sociedad donde el pensamiento humano es reprimido y encarcelado. Hay que exigir que las clases de religión sean serias y fieles a la fe religiosa que las ocupan y que los profesores sean responsables y serios en la enseñanza de la clase de religión, pero ese es otro capítulo que no podemos eludir aunque ahora no lo podamos tratar.
José Antonio Abellán