«Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío».

Con esta jaculatoria expresamos al Señor nuestra confianza en su misericordia. Dejamos de mirarnos a nosotros mismos para mirarlo a Él, Fuente de todo Consuelo, Vida y Esperanza de los pecadores, Abismo de todas las Virtudes y Remedio para todos los males.

El origen de la fiesta del Sagrado Corazón es la contemplación de Jesús Crucificado en el Viernes Santo, como la festividad del Corpus tiene su origen en la contemplación de la Institución de la Eucaristía el Jueves Santo.

De todas las llagas de la Pasión del Señor la llaga de su Sagrado Costado ha sido siempre la más contemplada y estudiada. San Juan en su evangelio habla de ella expresamente: “…cuando llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.
Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.” (Jn 19,33-37)

El Señor a Santa Margarita María quiso enseñarle místicamente el interior de esa llaga del Costado y ella vio el corazón de Jesús herido por la lanza, coronado de espinas y coronado por la cruz y envuelto en llamas. «Mira este Corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo Sacramento de mi Amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio.»

Desde ese momento la devoción al Sagrado Corazón de Jesús tomó el cariz especial de ser reparadora, es decir, escuela de agradecimiento al Señor por el inmenso amor que nos tiene y de voluntad de vivir correspondiendo a ese amor divino con nuestro propio amor especialmente en el Santísimo Sacramento del Altar.

En el lenguaje bíblico el «corazón» indica el centro de la persona, la sede de sus sentimientos y de sus intenciones. En el corazón del Redentor adoramos el amor de Dios a la humanidad, su voluntad de salvación universal, su infinita misericordia. Por tanto, rendir culto al Sagrado Corazón de Cristo significa adorar aquel Corazón que, después de habernos amado hasta el fin, fue traspasado por una lanza y, desde lo alto de la cruz, derramó sangre y agua, fuente inagotable de vida nueva.

Doce promesas hizo el Señor a Santa Margarita María para todos aquellos que rindiesen culto a su Sagrado Corazón:

  1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

  2. Pondré paz en sus familias.


  3. Les consolaré en sus penas.


  4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.


  5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.


  6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

  7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.


  8. Las almas tibias se volverán fervorosas.


  9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.


  10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.


  11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.


  12. Prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.

Los Primeros Viernes de cada mes son el día más propio para honrar al Corazón del Señor con la Comunión, la Confesión de los pecados y la Adoración del Santísimo Sacramento. Y anualmente en la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

El Beato Juan Pablo II instituyó para el día del Corazón de Jesús la Jornada Mundial de oración por los sacerdotes para que los presbíteros no antepongan nada al amor de Cristo. Confiemos, pues,  este día al Señor a todos los sacerdotes para que sean verdaderamente santos en el Señor.

San Francisco de Asís lloraba con frecuencia sin motivo aparente y cuando le preguntaban respondía: “El Amor no es amado, el Amor no es amado…” He aquí, pues, una de las claves fundamentales de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús: El Señor desea ser amado porque de amar su amor depende la verdadera felicidad de cada uno de los hombres.

José Antonio Abellán

Pinchar aquí para ver el ejercicio del Mes del Corazón de Jesús.

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