Con el acto solemne de la procesión del Santísimo por las naves de la Basílica (Minerva) y la bendición a la soldadesca y fieles, se concluyen las fiestas de nuestra excelsa Patrona la Purísima Concepción. Esta tarde será llevada su venerada imagen al Santuario del Castillo donde permanecerá entronizada hasta las próximas fiestas del año dos mil trece.
Nuestra Madre Purísima nos invita a todos a participar activamente en este acto de amor a su Hijo, real y verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. De esta manera la Virgen ocupa el lugar que le corresponde y su Hijo el suyo propio. El lugar de la Virgen es siempre estar a los pies de su Hijo adorándolo como Dios y Hombre verdadero y enseñándonos a todos sus hijos a hacer lo mismo.
En Yecla lo tenemos claro: “A Jesús por María”. La Virgen nos lleva a Cristo. En la escuela de María ese es el resumen de toda su enseñanza: Todo por Jesús y para Jesús nuestro Salvador.
Durante todos estos días las visitas continuas a la Basílica para contemplar la imagen de María Santísima, elevarle súplicas y oraciones, celebrar la Santa Misa y prácticas de piedad, han sido constantes y masivas. ¿Qué quedará de todo esto al volver al ritmo ordinario de la vida? Varias cosas:
1.- Tener siempre presente el valor de la oración. Sin orar es imposible agradar a Dios porque la oración es el espacio donde el alma se abre a la voluntad divina para poder decir como la Virgen: “Hágase en mi según tu palabra” todos los días de nuestra vida.
2.- Dentro de la oración, resaltar el valor primordial de la adoración a Jesús en el Sagrario o solemnemente expuesto en la custodia. La Basílica permanece abierta en las horas de la mañana y de la tarde para que todos podamos acudir al Señor en la intimidad de nuestra persona y descansar en él nuestros agobios y dificultades y recibir la fuerza de su amor.
3.- La asistencia a la Santa Misa, si fuera posible diariamente, y especialmente los domingos y días de fiesta, para recibir al Señor en la Comunión y ofrecer a la Santísima Trinidad el milagro de Cristo muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.
4.- La voluntad de vivir en gracia de Dios porque la Virgen es “la llena de gracia” y nosotros sus hijos hemos aprendido de ella que sólo así podemos agradar a Dios y hacer el bien a nuestros hermanos los hombres.
5.- Sentirse gozoso hijo de la Iglesia perteneciendo a la parroquia y dentro de ella a los grupos que se organizan: catequesis de adultos, jóvenes y niños, comunidades, servicio a cáritas, asistencia a los enfermos…
6.- Un incremento de devoción a la Virgen con el rezo diario del rosario, el ángelus, la salve, el avemaría… seguros de su poderosa intercesión ante su Hijo Mediador entre Dios y los hombres.
7.- Una voluntad consciente de trabajar por el bien de todas las personas, por la defensa de la vida, de la familia, de la armonía en las relaciones humanas.
¡Qué regalo nos hace Dios al poder experimentar durante las fiestas la verdad de la Maternidad de la Virgen sobre cada uno de nosotros! Pidamos al Señor que seamos conscientes de esa maternidad todos los días y a todas horas. Gracias a María somos hermanos unos de otros y todos hermanos de Jesús, el fruto bendito de su vientre, y que la Virgen nos lleve al cielo para que podamos ver al Señor y cantemos con ella las alabanzas divinas por toda la eternidad.
José Antonio Abellán