Se acaba el curso escolar y cambia la organización del tiempo: El campo y la playa, la salida de los fines de semana, el contacto más directo con la naturaleza, la relajación en el ritmo del horario. Todo parece que se abre a más posibilidades.
¿Y Dios? ¿Entra Dios entre las posibilidades que se abren en este tiempo?
¿Quién ha hecho la naturaleza de la que disfrutamos? ¡Dios! ¿Y no le vamos a dar gracias por habernos regalado las montañas, las aguas, los espacios abiertos, las plantas, los animales? Salir al contacto de la naturaleza es una oportunidad para asombrarse de la maravilla de la Creación divina: El cielo estrellado, los paisajes maravillosos, los detalles mínimos y casi inadvertidos en los que nos podemos fijar, la inmensa variedad de vida a todos los niveles que podemos contemplar. Todo es obra del Amor Creador de Dios. Nosotros mismos, los que nos rodean, todos somos obra del Amor de Dios. El invierno parece más austero, pero el verano nos reclama una mayor oportunidad para fijarnos en la maravilla del mundo en el que vivimos, que Dios nos ha confiado para que lo cuidemos y disfrutemos de él.
Dios debe contar este verano para que no ensuciemos su regalo. Bendecir a Dios, alabarlo, darle gracias, tenerlo presente, adorarlo, escucharlo, rezarle… ¿Dónde? En cualquier lugar en el que nos encontremos y muy especialmente también en la celebración de la Santa Misa, en la visita al Sagrario. Muchos se van del pueblo a los campos, sí, pero suben al pueblo para muchas cosas. No podemos olvidar que debemos también subir para ir a Misa por lo menos los domingos y días de fiesta. Es necesario que en esos días sagrados nos reunamos todos los cristianos para estar con mayor voluntad junto al altar del Señor. Y si otros se van más lejos que no olviden que también por donde estén habrá iglesias a las que poder acudir.
Con Dios el verano será mucho más feliz y lleno de sentido.
No podemos olvidar tampoco a los que el verano se les hace duro por falta de vacación, porque los problemas siguen sin solución, porque están solos, porque tienen escasez de medios para cubrir sus necesidades más elementales de comida, de pagos de luz, agua, casa… En el verano también hay mucha gente que sufre y nos necesita. No lo olvidemos tampoco. Dios nos los ha puesto a nuestro lado para que sepamos compartir y ayudarnos. Ellos también están en la creación que hemos de cuidar y atender.
Con Dios el verano será mucho más capaz de caridad y amor fraterno.
José Antonio Abellán.