«La confirmación de un grupo numeroso de jóvenes y adultos en nuestra Parroquia». Por José A. Abellán.

Este Quinto Domingo de Pascua está revestido en nuestra Parroquia por el precioso acontecimiento de la recepción del Sacramento de la Confirmación por un gran grupo de jóvenes y de adultos.

Espíritu SantoLo primero señalar que el Sacramento de la Confirmación no es el sacramento de la juventud, ni es el sacramento que valida o inutiliza el Sacramento del Bautismo, ni es el sacramento de la opción personal y libre frente a la opción que otros tomaron por nosotros en nuestra más tierna infancia.

El Sacramento de la Confirmación. es el segundo de los sacramentos de la Iniciación Cristiana por los cuales no vamos incorporando paulatinamente al Misterio de Cristo y vamos adquiriendo mayor conciencia de nuestra responsabilidad y del precioso regalo que se nos hace.

Por el Bautismo somos incorporados a la Iglesia, recibimos la fe, nos hacemos miembros del Cuerpo de Cristo y somos adoptados como hijos por Dios y hechos herederos de la Vida Eterna.

Por la Confirmación somos unidos más íntimamente a la Iglesia y enriquecidos con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma quedamos obligados aún más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con las palabras y las obras.

Es decir: el Sacramento de la Confirmación nos transporta a aquel acontecimiento que ocurrió a la primitiva Iglesia el Domingo de Pentecostés por el cual los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo para ser testigos de Cristo hasta el confín de la tierra.

Este domingo los que van a recibir este sacramento van a vivir su propio Pentecostés que les capacitará para defender y vivir la fe en medio del mundo siendo testigos valientes de Jesucristo. Sí, pero también van a recibir la Sagrada Eucaristía, la Comunión del Señor, Sacramento imprescindible para poder vivir con fidelidad la vida cristiana. Los Sacramentos del Bautismo y la Confirmación nos conducen a la Eucaristía donde el Señor no sólo está presente por la virtud de su Espíritu, sino que Él mismo está presente con su Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad para regalarnos unirnos a Él plenamente y poder experimentar aquello que nos dijo un día: “Sin mi no podéis hacer nada” y, consecuentemente podríamos decir, conmigo lo podéis hacer todo.

No podemos dejar de orar a Dios por este grupo de jóvenes y adultos, necesitan nuestra oración, son católicos en medio de una comunidad de católicos que formamos esta parroquia de la Purísima, no son católicos solos. Tienen que experimentar que los acogemos y los reconocemos como hermanos nuestros, que los queremos y estamos dispuestos a ayudarles. Completan su Iniciación Cristiana, sí, pero no han llegado a la plenitud de su vida cristiana, para eso tienen que andar en la vida paso a paso hasta el encuentro del Señor en el Cielo. ¡Son tantas las tentaciones, las dificultades, los errores que pueden padecer! Hay que ayudarles siempre. Tienen que encontrar su vocación específica como cristianos: sacerdotes, religiosos o esposos cristianos. Ellos también tienen que orar y mucho. En la oración se decide la verdad de nuestra vida porque orar es ponerse en comunicación con Dios escuchándolo y obedeciéndole, presentándole nuestras necesidades y recibiendo sus gracias.

Quiera el Señor concederle a nuestra parroquia un incremento de santidad por medio de estos jóvenes y adultos que reciben la confirmación. Que la poderosa intercesión de la Virgen María, nuestra Madre Inmaculada, les ayude siempre y ellos puedan experimentar todos los días su auxilio y su consuelo.

José Antonio Abellán

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