A las puertas de la Navidad.

Faltan tres días para que celebremos con toda solemnidad la fiesta del Nacimiento del Señor. La Virgen grávida se nos muestra hoy visitando a su prima Santa Isabel para ayudarla en el parto de San Juan Bautista. ¿Qué ha ocurrido en esa escena? Que la Virgen saluda a su prima y en cuanto Isabel oye el saludo el niño (Juan) salta de alegría en el vientre de su madre. Son cuatro los personajes que se encuentran: Por un lado las dos mujeres (Isabel y María) y por otro los dos niños (Jesús y Juan) y todo esto cubierto por la gracia del Espíritu Santo que ha hecho el milagro de la fe y de la alegría: Fe en María capaz de engendrar en su seno al Salvador del Mundo, fe en Santa Isabel que reconoce a María como la Madre de su Señor; alegría en San Juan que salta en el vientre de su madre, alegría en Jesús, que es la fuente de la alegría.

¿Y todo esto para nosotros, qué?

Visitación. (De José Moreno).Jesús llega ahora con la Virgen a nuestro encuentro para suscitar en nosotros el don de la fe que lo reconozca a Él como Señor propio reconociéndonos cada uno de nosotros como servidores suyos, y con la fe la alegría de saber que la misma fe abre para todos los hombres un horizonte maravilloso de esperanza: Lo que ha dicho el Señor se cumplirá. Se cumplió en la Virgen y se cumplirá en nosotros si tenemos la fe de la Virgen. Dios no es un Dios que dice y se arrepiente, lo que dice lo hace, lo hizo y lo hará.

La fe católica es el regalo más precioso que Dios nos ha hecho a nosotros que la disfrutamos y a todos los que la quieran recibir con humildad de corazón, porque la humildad es condición necesaria para recibir la fe.

Sin fe la fiesta de la Navidad (y toda otra fiesta) es una fiesta ridícula. ¿Qué celebramos?¿Qué podemos celebrar si no hay esperanza, si no hay futuro? Las fiestas son un clamor humano que nos trasciende, nos eleva, nos hace entrar en una dimensión  nueva, la deseada y esperada, la que nos hace verdaderamente humanos en toda nuestra dimensión y mucho más. La fiesta es una voz profunda del corazón humano que dice siempre: “¡más y mejor!”

Todas nuestras fiestas humanas tienen un inicio y tienen un fin que nos llena de nostalgia porque nos hacen descubrir que hemos estado ilusionados durante unos días pero que la realidad machacona nos hace de nuevo pisar tierra y comprobar que todo vuelve a su sitio, que nada ha cambiado, que lo que había antes es lo que hay ahora. Las fiestas cristianas vencen ese círculo vicioso y esclavizante porque nos hacen descubrir la novedad de lo que Cristo ha traído a la tierra: La resurrección de los muertos y la vida eterna. Para nosotros los cristianos las fiestas son oasis dentro del desierto que nos hacen vivir en Pascua, saltando de oasis en oasis hasta llegar al Paraíso maravilloso y cierto del Cielo. Y todo esto gracias a Jesucristo y a su bendita Madre la Virgen María.

¡Vamos a entrar en la Navidad de la mano de la Virgen Santísima! Y pidamos a ella que interceda para que el Señor nos dé todos los días el don precioso de la fe en él, una fe firme y recia, una fe obediente y humilde, una fe valiente y responsable, la fe que cambia nuestra vida y nos hace saltar de alegría y bendecir a Dios en todos los instantes de nuestra vida, la fe que nos hace salir de nosotros mismos y poner nuestra esperanza en Jesús, nuestro hermano y salvador, nuestro verdadero amigo.

¡Feliz Navidad para todos!

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